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viernes, 30 de marzo de 2018

Bioerosión y bioconstrucción

Durante la vida de un molusco, su concha va siendo autoreparada para compensar los golpes y ataques que va sufriendo. En cambio, tolera a los inquilinos que construyen encima de ella.

La cosa cambia cuando muere el individuo. Su cocha queda indefensa a los ataques de multitud de seres marinos que ven una oportunidad para excavar y alimentarse o para crear sus propios habitáculos. 

Podéis ver en la foto de una concha atacada por infinidad de organismos y otra protegida gracias al recubrimiento de, probablemente, un briozoo.


Foto: V. Aparici

Así, denominamos bioerosión a la degradación de un sustrato duro, orgánico o no, por parte de moluscos, anélidos poliquetos, foronídeos, equinodermos crustáceos, esponjas e incluso peces. Para que os hagáis una idea  la magnitud del proceso, ponemos como ejemplo esas maravillosas playas tropicales de arenas blancas y cocoteros que son producidas por la bioerosión de los arrecifes de coral.

Este proceso incluye taladrar, perforar y raspar.

Por el contrario, la bioconstrucción es la construcción de estructuras biológicas en el sustrato oceánico. Aquí el ejemplo son los famosos arrecifes de coral tropicales pero, como estamos en el Mediterráneo, hablaremos de los gusanos más activos en cuanto a construcción marina se refiere: la Sabellaria alveota. Este anélido poliqueto, imparable constructor, utiliza la arena de playa o fragmentos diminutos de conchas para consolidar sus tubos que van creciendo hasta dimensiones muy grandes y son capaces de cambiar las zonas de rompiente del oleaje.

Tubos de Sabellaria alveolata. Foto: Júlio Reis

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com




domingo, 25 de marzo de 2018

Sipuncúlido

No, no os estoy insultando ni faltando al respeto.

Estoy nombrando a este animal que aunque se asemeja a una lombriz de tierra, nos quedamos con eso: «se asemeja».

Foto: V. Aparici



Los sipuncúlidos son gusanos pero no son del grupo de las lombrices de tierra –que pertenecen al de los anélidos concretamente a los oligoquetos–. Las diferencias son muy claras. En un principio se les consideró, por su aspecto, anélidos pero su desarrollo larvario es similar a las de los moluscos, por lo que se merecen un rinconcito sistemático propio.

Para empezar, si fuera un anélido marino seguramente pertenecería a los poliquetos y no a los oligoquetos –que suelen ser de ambientes más terrestres–.

¿Cómo se pueden diferenciar?

Los anélidos son más bien cilíndricos, sementados en anillos o metámeros en los que se replican los principales órganos del animal. Esto le permite regenerarse si se parte por la mitad.

Sin embargo, en los sipuncúlidos, la parte anterior suele ser más gruesa que la posterior y presentan una piel reticulada que asemeja la cáscara de un cacahuete (característica que les vale para recibir su nombre inglés: Peanut Worms). A su vez, su interior no presenta esa metamería o repetición de órganos. ¡Si lo partes por la mitad, te lo cargas!


Lombriz de tierra
El origen de la presencia en la playa de varios ejemplares de este extraño gusano, en un único punto, puede deberse a un factor humano ya que es utilizado como cebo de pesca. Es la famosa tita. Seguramente a algún pescador se le cayó el cebo y allí se quedaron, aunque no hemos encontrado la caja que los debió contener.

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

jueves, 22 de marzo de 2018

La otra arca

Al principio de esta aventura ya os presenté a Arca noae. Hoy le toca el turno a un pariente próximo que en su día también fue Arca.

Se trata de Barbatia barbata.

Foto: V. Aparici
A diferencia del Arca noae, sus valvas no son trapezoides sino ovaladas y presentan en su superficie las características «barbas». Al igual que su prima es comestible pero, por suerte, carece de interés comercial.

Vive fija sobre cualquier superficie a la que se pueda adherir gracias a las fibras de su biso. Presente desde la zona de rompiente hasta los 300 m de profundidad.

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

lunes, 19 de marzo de 2018

Biblioteca del mar

Estos días de lluvia he decidido hacer limpieza en mi biblioteca del mar.

Muy a mi pesar me he deshecho de muchos libros, pero también me he encontrado con algunos viejos amigos.

Este es el caso de una colección de libros, la mayoría en catalán. Publicados por la Escola del Mar del Ayuntamiento de Badalona a finales de los años ochenta, consta de 6 títulos dedicados a seres marinos.












El primer título, Els Mol·luscs, mejor obviarlo ya que las ilustraciones dejan mucho que desear, como podéis ver.


Dibujo de Enric Cahner e Imma Llobet


El segundo título, Les Algues, mejora mucho al aparecer ilustraciones de Jordi Corbera i Benedicto, también autor de los 2 volúmenes de decápodos y ilustrador del dedicado al zooplancton. La lástima es que los nombres científicos estén todos en mayúsculas, restándole rigurosidad.


Dibujo de Jordi Corbera

El tercero, Alas en la mar, también se puede obviar. Esta vez, por la escasez de ilustraciones y poca importancia que se le ha dado a los correctos dibujos de Oriol Alamany que se quedan en un poster anexo a la publicación.


Dibujo de Oriol Alamany

El cuarto y quinto son obra exclusiva de Jordi Corbera y responden a los títulos: Els Crancs (Decàpodes I) y Gambes, Llagostes i Ermitans (Decàpodes II). Magnífico sin lugar a duda como podéis ver en el ejemplo que adjunto del buey de mar.

Dibujo de Jordi Corbera

La serie Norai termina magníficamente con el título El Zooplàncton, ilustrado ya sabéis por quién.



Dibujo de Jordi Corbera


Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com


jueves, 1 de marzo de 2018

Puro nácar

Foto: V. Aparici

Es muy común en nuestras playas encontrarse estos pequeños bivalvos de concha bastante irregular porque nos llaman la atención por sus valvas  nacaradas.

El premio está en encontrar un ejemplar completo y no tirarlo por tener un agujero (este lo tiene de serie en la valva inferior). 

Los ligamentos que unen las valvas son igual de frágiles que la valva inferior plana y perforada. Estos dos hechos hacen que sea difícil encontrarlo entero pero es muy común encontrar las valvas sueltas (sobre todo la superior, abombada y sin agujero, es la que resiste mejor la furia del mar).

Bueno, este nacarado amigo recibe el nombre artístico de Anomia ephippium, nombre invariable desde que Linné lo bautizó en 1758.

Presente en fondos rocosos, al abrigo de las corrientes, desde la superficie hasta los 150 m de profundidad. Vive fijo sobre otros animales (mayoritariamente moluscos) o en las partes de anclaje al sustrato de algas y plantas marinas. 

Me parece injusto el nombre común que recibe: ostra de perro.

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com