El amigo José Miguel trabaja en un centro de investigación rodeado, por un lado, de humedales y, por el otro, de playas vírgenes.
Como madruga (para nadar un buen rato) siempre encuentra tesoros.
Este es el que se ha encontrado.
Foto: J. M. Cerdá |
Como estoy de vacaciones lejos de mis queridos libros he decidido fastidiar las vacaciones del amigo Javier que ha respondido a la llamada como siempre.
En la entrada «Navegando a la deriva» ya os presenté a unos familiares más pequeños de este grupo de crustáceos cirrípedos sésiles, aunque vistos los soportes en los que se fijan dudo que no dejen de viajar durante toda su vida. De ahí su distribución cosmopolita.
En este caso se trata de Lepas anatifera o pie de cabra. Su nombre viene por su similitud al cuello de un cisne (anátidas para los pajareros).
A pesar de sus grandes dimensiones (unos 5 cm en la parte cubierta de placas blancas) se los considera parte del neustón o animales microscópicos que viven en la superficie marina entre el mar y la atmósfera.
No os asustéis si os digo que el pedúnculo flexible, que lo fija al objeto flotante que le va a servir de transporte, puede llegar a medir 80 cm. También suelen encontrarse adheridos al caparazón de tortugas marinas.
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