No paramos de desarrollar productos que nos facilitan la vida y nos olvidamos, a veces a propósito, de que hacer con ellos cuando ya no son útiles.
Esto debería de ocurrir con la espuma de poliuretano. Un producto magnífico que reúne propiedades fantásticas para la construcción: aislante térmico y acústico, control de humedades, resistente y retardante del fuego. Vamos, la piedra filosofal.
El problema es que pasa después.
Foto: V. Aparici |
Viendo la foto no es fácil adivinar a donde va a parar.
Y eso es un problema de desconocimiento general. Este material se puede reciclar si llega a los centros adecuados, ahí está el problema.
En estas fábricas se les da una segunda vida. Se muele y sirve para hacer objetos cotidianos desde suelas de zapato a calzado deportivo, ropa, asientos de coches, colchones, cojines, colchonetas, moquetas, mobiliario de baño, encimeras de cocina, puertas, tabiques, ventanas y hasta tablas de surf.
Y a pesar de todo lo podemos encontrar in situ en los montones de escombros de obra nueva.
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