Es increible como cambien los ecosistema y como las especies (incluida la nuestra) se adaptan.
Es el caso de la gaviota de Audouin (Larus audouinii). En los años 90 era la joya de la protección, se mimaban sus colonias mediterráneas de cría en el Delta del Ebro, Islas Columbretes y islas Chafarinas.
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Foto: V. Aparici |
Más pequeña que la gaviota patiamarilla (Larus cachinnans), se creía que no podría competir contra esta gran ave.
Treinta años despues se ha convertido en una especie dificil de no ver y es la patiamarilla, la que es objeto del deseo ornitológico.
Oportunista como ninguna, se pasea entre los bañistas y no duda en acercarse si tiene algo de comida cerca. Ocupa los jardines e incluso los patios de los centros educativos cuando la presencia humana disminuye.
Ahora crian sin problemas en el propio puerto de Castellón.
No puedo justificar, este aumento demográfico, al éxito de los programas para su conservación. Si fuera este el caso, nos hemos pasado un poco.