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jueves, 28 de mayo de 2020

Corre que se las pela 2

Mi intuición pajarera me decía que si había visto el chorlitejo grande, que no es el más común de los chorlitejos, no tardaría en encontrame a otra de las especies de su género que anida en nuestras dunas. Aquí la tenéis.

Foto: V. Aparici

Se trata del chorlitejo patinegro, Charadrius alexandrinus. Podemos ver un macho que empieza a mostrar su pelaje estival que se caracteriza por el píleo (o parte superior de la cabeza) color canela.

Si podéis comparar con la otra especie del pasado post, las diferencias son evidentes. En primer lugar, es más pequeña, las patas y el pico son oscuras, el collar negro está incompleto y, por supuesto, la boina canela.

Migra algo más cerca (Bélgica, Alemania y Holanda).

El estado de esta corredora ave es delicado debido a la presión humana sobre las dunas y playas (que és donde anida) y la excesiva e innecesaria urbanización costera.

El campeonato nacional de surf de España de 2018 decidió trasladarse de lugar (de la playa de Doniños del Ferrol a la de A Frouxeira de Valdoviño) para no afectar el ecosistema de esta pequeña ave. ¡Olé por los surfistas!

Fue elegida ave del año 2019 por la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife).



Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

jueves, 21 de mayo de 2020

Corre que se las pela

Ahora que la avifauna ya está al alcance de mi supercámara, puedo hacer fotos sin molestar a ciertas aves que son delicadas.

Es el caso del chorlitejo grande, Charadrius hiaticula. Es un ave de paso que hiberna en nuestras tierras. Otros parientes suyos crían sin problemas entre nuestras dunas. Se han detectado crías de esta especie en nuestras costas, pero no es lo habitual.

Foto: V. Aparici

Se alimentan en los fangos y arenas del rompiente y prefieren correr a volar. Provienen de Islandia, Groenlandia y Finlandia. Está claro que cuando migran lo hacen volando, pero en el suelo prefieren huir corriendo y lo hacen a mucha velocidad.

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

viernes, 15 de mayo de 2020

¡No me lo puedo creer!

Las fuertes lluvias de mayo han coincidido con un nivel elevado en las acequias de la marjal. La mala gestión que se lleva a cabo con la regulación de estas aguas aumenta el riesgo de inundaciones.

Esta vez el agua ha podido salir al mar, no sin problemas, arrastrando fauna y flora de ese interesante ecosistema litoral que es la marjal.

En uno de nuestros paseos mucha gente estaba fotografiando con el teléfono esto, y yo no iba a ser menos.

Foto: V. Aparici

Supongo que la gente se creería que eran crías de tortugas marinas. 



Todo vertebrado tetrápodo (con 4 patas) que pueda soportar el agua salada (la piel fina de los anfibios se lo impide), en su evolución presenta una modificación, al menos en sus extremidades anteriores: la presencia de aletas (pingüinos, delfines y por supuesto tortugas). No es este el caso.

El efecto de las lluvias ha arrastrado muchas crías de una tortuga invasora, Trachemys scripta elegans. Esa graciosa tortuguita (que todos hemos tenido) cuando adquirió su tamaño y mala leche de adulto, fue liberada en acequias, lagunas, pantanos, etcétera. 

Desde 1990 cría en estado silvestre en nuestros ya machacados ecosistemas acuáticos y está eliminando las poblaciones de galápagos autóctonos y otras muchas otras especies acuáticas. Esto la convierte en una especie invasora.

Mi aportación ha sido dejarlas y así que la naturaleza siga su curso. Espero que puedan servir de festín a alguna que otra gaviota. 




Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

viernes, 8 de mayo de 2020

Sábado 2 de mayo de 2020

Foto: V. Aparici

Primer día de desconfinamiento progresivo. Es una suerte inmensa vivir a menos de 1 km de la playa.

He vuelto a por tesoros y me he dado cuenta de tres cosas:

La primera es que el ciclo de la vida marina sigue y otro año más me he perdido los maravillosos arribazones de la medusa Velella.

Foto: V. Aparici

La segunda es que la única mascarilla que hemos visto, salvo las caseras que llevábamos nosotros, es esta. Ya os podéis imaginar que pronto las encontraremos en grandes cantidades en los próximos arribazones.


Foto: V. Aparici
La última es la cantidad de gente que vive a menos de 1 km de la playa. No hay tanto edificio para albergar tanta gente. Y como colofón, casi ninguno de los paseantes (con y sin perros) que nos hemos cruzado llevaba mascarilla ni respetaba la distancia física mínima recomendada, mal llamada social. Vista esta inconsciencia, creo que tarderemos en alcanzar la normalidad.

Para que este post no quede tan negativo, dejo una foto de nuestro Mediterráneo para aquellos que habéis cumplido los requisitos de salida y no os habéis podido acercar a la playa.

Foto: V. Aparici

Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com




viernes, 1 de mayo de 2020

Pluma de calamar

Este post iba a llamarse deconstrucción de un calamar patogónico.

En la limpieza de la cena, había diseccionado uno de los calamares, consiguiendo la pluma, el pico de loro y un cristalino del ojo.

Al día siguiente y con luz natural, como es costumbre en las fotos del blog, el cristalino se había vuelto opaco y el diminuto pico de loro se había roto.

Así que esto es lo único decente que ha quedado.

Foto: V. Aparici
En un post reciente ya hablamos de sepias, pulpos y calamares.

En las sepias, la única estructura que queda de la concha interna es el sepión o mal llamado hueso; en los calamares, la pluma; y en los pulpos ya no hay rastro alguno de ella (salvo el Nautilus).

Esta pluma también recibe el nombre de gladio por su semejanza a la espada hispánica, gladius hispaniensis, que adoptaron las legiones romanas.


Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com