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viernes, 15 de mayo de 2020

¡No me lo puedo creer!

Las fuertes lluvias de mayo han coincidido con un nivel elevado en las acequias de la marjal. La mala gestión que se lleva a cabo con la regulación de estas aguas aumenta el riesgo de inundaciones.

Esta vez el agua ha podido salir al mar, no sin problemas, arrastrando fauna y flora de ese interesante ecosistema litoral que es la marjal.

En uno de nuestros paseos mucha gente estaba fotografiando con el teléfono esto, y yo no iba a ser menos.

Foto: V. Aparici

Supongo que la gente se creería que eran crías de tortugas marinas. 



Todo vertebrado tetrápodo (con 4 patas) que pueda soportar el agua salada (la piel fina de los anfibios se lo impide), en su evolución presenta una modificación, al menos en sus extremidades anteriores: la presencia de aletas (pingüinos, delfines y por supuesto tortugas). No es este el caso.

El efecto de las lluvias ha arrastrado muchas crías de una tortuga invasora, Trachemys scripta elegans. Esa graciosa tortuguita (que todos hemos tenido) cuando adquirió su tamaño y mala leche de adulto, fue liberada en acequias, lagunas, pantanos, etcétera. 

Desde 1990 cría en estado silvestre en nuestros ya machacados ecosistemas acuáticos y está eliminando las poblaciones de galápagos autóctonos y otras muchas otras especies acuáticas. Esto la convierte en una especie invasora.

Mi aportación ha sido dejarlas y así que la naturaleza siga su curso. Espero que puedan servir de festín a alguna que otra gaviota. 




Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

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