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domingo, 19 de abril de 2020

Libros con historia

Hoy os voy a contar la historia de mi primera guía de moluscos mediterráneos.

En mis visitas a casa de Federico Albert aprendí a manejar los volúmenes del famoso Parenzan, P. (1970). Carta d'identità delle conchiglie del Mediterraneo.  Ed. Bios Tara.

La fiesta fue inmesa cuando Federico adquirió el D'Angelo, G. y Gargiullo, S. (1978). Guida alle conchiglie mediterranee. Fabbri Editori. Fue un flechazo.


Ya os he hablado de esta guía en otro post, pero lo que la hacía muy interesante es la sencillez con que presentaba los ejemplares y que en esa época era una innovación, como podéis ver en la ficha de mi querida Mitra zonata.



Os aseguro que el italiano es más fácil leerlo que hablarlo.

La odisea comenzó al intentar, un adolescente de 17 años, conseguir un libro publicado en Italia en 1985, donde no existían ni Amazon ni el euro.

La fortuna a veces se alía con la suerte y, recién operado de apendicitis, me fui a Italia de viaje de fin de curso con un montón de liras, ya que al cambio eran 10 liras por peseta.

Un viaje por Milán, Pisa, Florencia y Verona no albergaban muchas posibilidades de adquirir un libro de conchas marinas, pero eso no iba a ser un problema para un cabezón como yo.

La primera parada, en Milán, nos sirvió para estirar los huesos de nuestra primera noche dentro de un autobús que parecía fletado por la Santa Inquisición. 

Una vez visitado el Duomo, me escapé por la impresionante Galería de Vittorio Emanuele II, que seguro debía tener librerías. En las dos que encontré no lo localicé y eso que me expresaba en perfecto Itagnolo, como diría el amigo Javier. Acabé el paseo en La Scala y algo me dijo que continuara, ya que en aquella época no sabíamos de navegadores ni de mapas digitales. Efectivamente, a un par de calles más encontré La libreria del Mare.

No me lo podía creer, más aun cuando me dijeron que lo tenían. Siguiendo los consejos de Federico compré dos ejemplares, uno para mí y otro para vender a la vuelta y así; de esta manera me saldría más económico mi ejemplar, que valía la friolera de 20.000 liras, a pesar de lo que marcaba en el libro.


A la vuelta vendí el otro ejemplar por 4.000 pesetas, de modo que compensé el precio del mío.

Dentro de él conservo algún que otro recuerdo, como la nota que dejó la amiga Miriam –cuando me lo devolvió– el verano que me volví a mudar a Castellón para realizar la Prestación Social.




Texto corregido y revisado por laerrataquemata.com

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