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sábado, 1 de julio de 2023

Reflexión

Las vacaciones veraniegas son propicias para la lectura acumulada para tal periodo. 

 

Los japoneses en una sola palabra definen el acto de comprar un libro y dejarlo sin leer apilado junto otros libros no leídos en espera de su lectura. Esta sintética palabra es Tsundoku.

 

Y de la pila de libros que tengo para leer, justo me he acordado de un título que leí hace tiempo y se fue para el Museo del Mar: La exploración del mar de Robert Kunzig.



Título: La exploración del mar. La extraordinaria historia de la oceanografía
Año: 2009
Autor: R. Kunzig
Editorial: Laetoli
Colección: Las dos culturas
ISBN: 9788493486280
Páginas: 392
Formato: 15 x 23 cm
 P.V.P.: 22 €

En sus primeras páginas encontré una verdad tan evidente que nadie se lo había planteado nunca y que reproduzco aquí: 


«A través de la contaminación y especialmente a través de la sobrepesca, ya hemos cambiado el océano; ya no es un desierto intacto. "El daño es tan generalizado", escribió Paul Dayton, ecólogo marino de la Scripps Institution of Oceanography de California, al comentar a principios de 1998 sobre el último informe de sobrepesca:


que puede ser imposible conocer o reconstruir el ecosistema. De hecho, cada generación sucesiva de biólogos tiene expectativas marcadamente diferentes de lo que es natural, porque estudian sistemas cada vez más alterados que tienen cada vez menos versiones. Esta pérdida de perspectiva va acompañada de menos experiencias humanas directas (o incluso recuerdos) de sistemas que alguna vez no fueron perturbados».

 


El libro está cargado de anécdotas como la del batiscafo Trieste y su primera inmersión en una fosa oceánica profunda. Y, como no, esa vez viajamos tan profundo para acabar contaminando, ya que los tanques de lastre soltaron, para volver a emerger, petróleo.


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