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jueves, 23 de febrero de 2017

Don Federico Albert Martí (1931-2005)

Uno es lo que es debido a la influencia de las personas con las que se cruza en la vida.

Algunos dejan más huella que otros y Federico Albert ha sido para mí un mentor y un amigo.

En el barrio de mis abuelos maternos había una tienda de ultramarinos que cuando cerró, dejaba tras de sí 125 años de historia. Al frente del negocio familiar, Federico, que heredó la tienda de su padre.


Era una persona amable, inquieta y un gran coleccionista de cosas: sellos, conchas, fósiles, llaveros, vitolas de puros y monedas. De estas últimas se hizo experto en reconocer falsificaciones antiguas de monedas romanas y las certificaba para muchos museos.

Fue socio fundador del Centro Excursionista de Castellón y de la Asociación Ibérica Numismática de Madrid, entre otras entidades.


Federico Albert Martí. Foto cedida por Federico Albert García
Estaba dotado de una gran paciencia y capacidad de observación y eso lo demostró cuando en los tiempos en que no existían fotocopiadoras, le dejaron un libro de geología y lo copió a mano dibujando incluso los esquemas y dibujos.

El ir a la EGB con su hijo Federico me abrió las puertas de su casa. Cuando él y su mujer Tonica, observaron mis aficiones naturalísticas, me adoptaron y mi adolescencia transcurrió recorriendo, junto a ellos, las playas de la provincia de Castellón y enseñándome a clasificar las conchas con su ejemplar del Parenzan.

Con tremenda paciencia observaba (con una gran lupa de pie, primero, y después con una lupa binocular que le prestaron del IES Francisco Ribalta) las pequeñas conchas marinas mediterráneas. Hacia su ficha y las guardaba en cajitas de plástico que compraba al por mayor. 

Con los años consiguió reunir una de las mejores colecciones de moluscos marinos mediterráneos del Levante español que a su muerte, su hijo me la cedió como albacea hasta poder encontrarle un merecido lugar.

En estos momentos, su hijo y yo, hemos entablado conversaciones para donar la colección a un museo y así que vea la luz tan tremenda colección. Eso sí, el Parenzan anotado por él y donado por su hijo y amigo, se queda en mi biblioteca del mar.

Gracias maestro.
  

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