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jueves, 16 de marzo de 2017

Los ojos de Santa Lucía

Foto: V. Aparici. Colección de P. Barranco
Estamos ante un nuevo molusco gasterópodo que cuando lo recogió Pablo Barranco tenía el nombre artístico de Astraea rugosa. Como ya estamos habituados, los científicos lo han rebautizado como Bolma rugosa.

Si la concha ya es bastante grande y llamativa, su opérculo lo supera. Este no es córneo, como en el Cerithium vulgatum, sino calcáreo como su concha y crece en espiral a la vez que lo hace la concha, como se aprecia en su cara interna.

La otra cara del opérculo es otro cantar. Se asemeja a un ojo y recibe el nombre de «ojos de Santa Lucía». Se han encontrado ánforas romanas repletas de ellos, cosa que hace sospechar que, antaño, ya eran apreciados en joyería como abalorios, como sigue ocurriendo en la actualidad

La religión católica, que todo lo absorbe y lo mimetiza para que parezca suyo, los santificó y desde entonces se han usado como amuleto del remedio al mal de ojo, ¡cómo no!

Si os encontráis solo el opérculo, sed conocedores de que también es símbolo de amor y felicidad. Avisados estáis.
  

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